El Catecismo
Columna de José Luis Alvite:
El Catecismo
El Catecismo
De niño mis padres me dieron una educación con arreglo a los usos de entonces. Fui instruido en los buenos modales y en el respeto a los demás. También me expusieron a la ilustración religiosa con adecuadas dosis de misa y catecismo. Era algo que hacían con carácter general todas las familias, incluso las más descastadas, de manera que nadie te escupía a la cara sin disculparse por ello.
Bajo el imperio del Estado confesional, las diferencias de formación entre los niños eran escasas. Otra cosa era la actitud, las tentaciones, la manera de correrte la sangre por las venas. En el catecismo de las Madres Mercedarias me infundieron el deseo de irme algún día al Cielo, antibiótico al que iban las vírgenes y los dibujos animados.
Sin embargo, en mi interior empezaba a destilarse el licor de las tentaciones, así que aún siendo Dios un objetivo, en mis planes de entonces tenía preferencia acostarme con la catequista. Se me juntaban el corazón y el bajo vientre. En los años cincuenta un niño con aquellas tentaciones era un blasfemo.
¡Lo que son las cosas!, al cabo de tantos años resulta que ahora un niño así no sería un blasfemo, sino un simbolista. Ya se sabe que los malos tratos de Picasso a sus mujeres, como no era albañil, se analizan en las páginas de cultura, de modo que sus antecedentes policiales no se convirtieron en sumarios sino en bibliografía.
No me cabe duda de que los vagabundos serían sólo bohemios si en vez de comparecer ante el juez, cayesen en manos del crítico de Arte del «New Yorker». Todos estamos ahora de acuerdo en que la derrota de Hitler fue un alivio para la humanidad. Con razón se dice que la Historia la escriben los vencedores.
De haber ganado la II Guerra Mundial, a estas horas Hitler no sería el loco espeluznante que horneó a seis millones de judíos, sino el histórico promotor de la «nouvelle cuisine». Por eso dice Ernie en el Savoy que a Dios lo que le falla no son los obispos, sino la publicidad.
José Luis Alvite - La Razón
26 de Enero de 2005
1 Comments:
Genial, Alvite, como siempre. Me encanta como escribe.
Ahora, para leer las columnas de la razón hay que suscribirse. Se puede leer todavía su columna 'aspero y sentimental' en el faro de Vigo.
By Anónimo, at 12:50 a. m.
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